Así, a la hora de vender un diamante es necesario conocer el valor real de esta pieza. Por consiguiente, lo primordial es realizar un estudio mediante un procedimiento de certificación gemológica. En este trabajo, los especialistas confirman cuestiones como el color, la pureza, la talla y el peso. Se trata de elementos que influyen en las posibilidades y condiciones de venta. Del mismo modo, puede resultar útil para el vendedor contar con un tasación independiente, un informe de valoración que elaboran profesionales expertos.
Asimismo, en el precio del diamante influyen otros factores concretos, como el valor de cotización. Se trata de una cantidad que se fija periódicamente, en función de la oferta y demanda internacionales. El contexto del mercado local es otro criterio que afecta a este precio, que, en función de las circunstancias, será más o menos alto. Finalmente, el tipo de mercado de venta afecta también al precio de estas piezas, de modo que la cifra puede variar si estas transacciones se realizan entre particulares, entre mayoristas o en otros contextos.
En definitiva, en el momento de vender un diamante habrá que valorar también el cambio de la moneda. En este caso, entre el dólar y el euro. Cabe señalar que los diamantes cotizan en dólares, por lo que esta circunstancia afecta también al precio de venta. Con independencia de estos criterios, a la hora de proceder a vender un diamante es recomendable acudir a profesionales que orienten al vendedor en la mejor dirección.